El mejor negocio de todos los tiempos.

Sería una tienda pequeña, que oliera a humedad y las paredes estarían recubiertas de fotos de míticos músicos de jazz, blues y pop, y la gente podría dejar también sus fotos, poemas, dibujos y demás cosas que quisieran pegar en la pared. En el escaparate sólo habría algunas fotos de músicos, de los mejores músicos de la historia: Joaquín Sabina, Bob Dylan, Louis Armstrong, Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Queen, Dire Straits, Eric Clapton, Compay Segundo...) En la puerta, estaría colgado un cartelito lo más antiguo posible de abierto y cerrado y justo debajo habría otro cartel donde pusiera: "Este establecimiento cumple las mínimas normas de ruido y limpieza musical, absténgase Bisbales y Bustamantes y variantes parecidas, SÓLO vendemos BUENA MÚSICA" y ésta estaría protegida sólo por una verja de metal que siempre se atascaría a la hora de cerrar, haciéndome perder cinco o diez minutos hasta que pudiera moverla de nuevo (no sin antes darla una pequeña patada de desesperación). Los tres posibles nombres para la tienda serían: "A Night in Tunisia", "Discos El Perseguidor" o "Jazzuela". El cartel de la puerta, con el nombre de la tienda de discos, sería un luminoso de color rosa o azul (aunque también valdría un letrero de fondo azul con letras blancas).
El mostrador estaría en el centro de la tienda, con su correspondiente equipo de música. Sería un mostrador acristalado y en el equipo pondría mi música o la música que los clientes y amigos traerían. En un día normal podría sonar por ejemplo Shelter from the Storm, Mi Noche Triste, Mahogany Hall Stomp, La Bestia Potenciada, Mys'ry And The Blues, Bassin' Street Blues pero la versión de Charlie Shavers, Lay Lady Lay, Sultan of Swing, Down To The Waterline, Jesucristo García, Standby, Contigo... Además pondría las diferentes versiones de una misma canción e intentaría averiguar con la gente y los amigos que estuvieran allí quién sería el músico culpable de dicha versión. (vaaaaale también podría poner All I Ready I Want to Do, aunque esa canción no me gusta demasiado). O se podría poner música por estilos, cantantes o grupos: estaría el día de la música cubana, el día del viejo blues del Mississippi, el día bee-bop, del Hot Jazz, el día Sabinero o Dylaniano o el día del rock o el soul.
Tendría también una especie de trastienda con dos partes: una sería el despacho y la otra el almacén. La puerta podría ser de cristal con el nombre de la tienda rotulado. Sería como el típico despacho de detective privado en las pelis de cine negro: habría una mesa de madera que estaría llena de papeles, réplicas de instrumentos en pequeñito, un gran cenicero, un pequeño flexo, y al lado habría una papelera de metal. El almacén, que estaría en la parte del fondo del despacho, sería pequeño con estanterías desde el suelo hasta el techo llenas de cd's y vinilos y para coger los discos de arriba habría que utilizar esas pequeñas escaleras de tres peldaños que no sirven para nada. Esa parte sería como la caja fuerte de la tienda. De hecho pondría un cartelito en la puerta con un "Atención no pasar, discos peligrosos"
Se vendería Jazz, Blues, Rock, Pop Nacional y Extranjero, Clásica, Música Cubana y Otras Adquisiciones Raras. Pero lo que más llamaría la atención serían las escaleras para bajar al sotano de la tienda que estarían en un costado. Éstas serían estrechas. Estarían iluminadas por una pequeña bombillita y unas pequeñas lucecitas situadas en cada peldaño. Darían la impresión de estar bajando hacia otro mundo. También se escucharía la música que estuviera puesta arriba, y también pondría otro cartel, tal vez con un "cuidado, no nos hacemos responsables de su desmayo" y nada más entrar, a la derecha, habría una estatua de Louis Armstrong con su trompeta en una mano y su pañuelo blanco en la otra de tamaño real. Y a la izquierda, tendría una vitrina de cristal con un fonográfo antiguo y algunos discos de pizarra que hubiese ganado en alguna partida de póker (¡el fonógrafo funcionaría claro!). Y es allí donde estarían los mejores discos de la tienda. Esos discos que cuando los coges y los tienes en las manos, tu corazón empieza a acelerarse, no dejas de mirarlos y sabes que cuando los escuches, tendrás más de un orgasmo. Esos discos. Y con cada disco que se compre allí abajo regalaría algun detalle que tuviera que ver con ellos. Por ejemplo, si me compraran alguna selección de Bix Beiderbecke, pues regalaría una copia de su permiso de residencia por un día en Detroit o si me compraran algun disco de Dylan pues regalaría un soporte de armónica para el cuello.
Tal vez tendría pocos clientes, pero creo que los pocos que se acercaran a la tienda, volverían de nuevo. Eso si el día que vengáis, no os olvidéis firmar en el libro de visitas de la puerta. Todo esto no deja de ser un sueño o una tontería sin sentido, pero para mí sería el mejor negocio de todos los tiempos.