lunes, 25 de febrero de 2008

Casa en ruinas.


No, ya no es el tiempo
quien extiende la débil violeta de sus dominios,
aquí, en esta repentina compañía
de la ciudad destituida,
donde la tarde tiene pasos de hojarasca.
El tallo seco de la luz se quiebra
y los objetos
levantan un saludo primitivo
- como de hombres a deshora-
hechos por el olvido diferentes.

Y sin embargo
todo es memoria aquí, porque todo parece
negada tempestad, un vacío habitado,
esa vegetación de leyes escondidas
que brota, nos enconge
y llamamos destino.

Subiendo por los restos de la grava
a través del jardín,
salta el silencio de los pájaros
y se apaga el aire como agua estancada,
porque todo es también dudoso movimiento,
débil temblor del pie,
cada vez más desnudo al adentrarse.

Dejas atrás inútiles los ojos,
débil sombra que pisas la palabra regreso,
perdida tú,
hasta la edad de las miradas sin tamaño,
sola por el camino del azar,
que no es la huella de lo inevitable.
Aquí, donde se juntan realidad y recuerdo,
vienen a recibirte los primeros escrúpulos.
Pero esta luz de piel endurecida
no te conoce ya,
no atiende a la caricia de tu mano.

Regresas a un olvido. Nada traes
si no el hueco de la última bandera
y esta oscura leyenda
que hay en el frío de tus ojos fríos
buscando una mirada.

Eres como un extraño familiar,
como el niño de los días borrados,
la huella que redime este silencio
de jóvenes escombros
que a costa de no ser sobreviven.

Porque aquí no hay banderas,
te contemplan
los primeros escrúpulos
a los últimos pasos,
y toda despedida es alianza,
evocación de un tiempo
que quiso ser exacto a su futuro.

La casa está en ruinas:
una olvidada oscuridad se asoma a sus ventanas,
hasta que te detiene, la miras, te interroga.
(LAS FLORES DEL FRÍO - Casa en Ruinas - Luis García Montero)

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio


adopt your own virtual pet!