martes, 17 de marzo de 2009

Si pudieras pedir tan sólo un deseo...


Imagina que un día te encuentras una lámpara maravillosa, la frotas y bajo una gran nebulosa, de ella sale un genio el cual te dice: "Soy el genio de la lámpara. Me has despertado. Pide un deseo, pero elige bien pues tan sólo tendrás uno". ¿Qué pedirías? Es difícil elegir ¿eh?
Hay, Schopenhauer viejo amigo, cuánto me he acordado de ti hoy. Somos esclavos del deseo, de la voluntad. Podrían concedernos tantos y tantos deseos que seguiríamos vacíos. Estamos condenados a desear. A seguir buscando. Deseamos tantas cosas que sería imposible encontrar algo de paz. Cuando el primer deseo ha sido satisfecho, se convierte en una ilusión desvanecida donde el siguiente prevalece, y una y otra vez seguiríamos buscando sin encontrar descanso alguno. Todos soñamos con tener una gran historia de amor, o encontrar el éxito en nuestro trabajo, o ser recordados y no caer en el olvido del tiempo. He intentado buscar el "deseo definitivo" que pediría a ese genio de la lámpara. Y no he encontrado ninguno. Tal vez pediría no ser esclavos de la voluntad, del deseo. Pero, ¿cómo sería no desear? Y es que ¡cuál ha sido mi sorpresa! Ahora mismo si un genio me concediera tan sólo un único deseo, no sabría qué decir.

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