domingo, 16 de noviembre de 2008

jueves, 13 de noviembre de 2008

Con la Frente Marchita


Que larga puede ser una noche metido en la UCI del hospital clínico. Con tu compañera de guardia dormida, vuelves a recordar lo bella y peligrosa que puede llegar a ser una mujer cuando duerme: dulce, inocente, tierna e intensa. Hago recuento de todo lo que llevo conseguido en todos estos años. Y no es poco. Bob Dylan y Sabina se dan paso el uno al otro y, como siempre, continúan luchando silenciosamente entre ellos dentro de mi mente. Ya ves, ha pasado tanto tiempo... Siempre he sido algo diferente. A la edad de 16 años, cuando mis compañeros en el instituto jugaban al fútbol y ligaban a golpetazos limpios pero descarados con las chicas que nos rodeaban, yo me iba a escuchar con un buen amigo en cada recreo al gran Louis Armstrong, simplemente porque el jazz en aquella época era para mí una música incomprensible, que no entendíamos. Y nos empeñamos en escuchar y escuchar aquella música que no controlábamos. Más tarde, concretamente un año después, a la vez que Satchmo se convertía en un gran amigo y John Coltrane aparecía con su también incromprensible pero inigualable Blue Train, Julio Cortázar entraba violentamente en mi adolescente vida con Rayuela y conocía a una persona que desde aquellos días siempre formará parte de mí. Entonces es ahora cuando pienso que todo aquello, el jazz, los libros, la poesía, mi primera y gran relación romántica crearon a la persona que soy ahora.

No me considero un bohemio, ni un erudito, sino alguien capaz de involucrarse pasionalmente con cualquier cosa, ya sea música, arte, ciencia e incluso el amor. Y es ahora, en noches como esta, que me sale la vena platónica. Si claro, en aquellos lejanos 16 años, un servidor era un platónico empedernido, bajo todas las consecuencias que ese platonismo enfermizo podría traer. ¿Acaso lo dudábais? Y es ahora cuando me acuerdo del mito de Los Andróginos de Platón. Dice algo así como que existió una vez un mundo en el que reinaba la paz y la armonía. Aquel hermoso mundo estaba poblado de unos seres muy especiales llamados andróginos. Estos seres no eran hombres ni mujeres, pero eran a la vez hombre y mujeres. La vida no resultaba muy difícil para estos seres, pues encontraban en la otra mitad lo que le faltaba en la suya. Este mundo estaba gobernado por unos Dioses que vivían en el monte Olimpo. Y tenían para ellos reservado el don de la inmortalidad. Los andróginos, ansiosos de poder y llenos de avaricia, decidieron que tenían que asaltar el monte Olimpo para poder quedarse con dicho poder. Pero Zeus, Dios de los Dioses, conocedor de los planes de los andróginos, mando un rayo a la tierra de tal fuerza que alcanzó a cada uno de estos peculiares seres. Tanta violencia contenía este rayo, que separó a todos y cada uno de los seres que lo recibieron. Los andróginos quedarón así divididos, sólos, indefensos, alejados de su mitad complementaria y el mundo tranquilo, el mundo lleno de paz y armonía, se convirtió en un mundo de tristezas, guerra y caos. El tiempo pasó y los androginos divididos, hoy se les llama humanos. Y cuenta la leyenda que vagan durante toda su vida intentando encontrar la mitad que les hará felices.

Pero es en estas noches, tristes, negras, solas, en las que me pongo a pensar y me doy cuenta que estoy rodeado de gente pero que al fin y al cabo, me falta algo. Que lo tengo todo y a la vez nada. Estoy dedicándome este año a mi carrera, la cual tenía abandonada, tengo tiempo material para hacer lo que yo quiera, existen compañeros con los que poder charlar y pasar un buen rato, hay una ciudad que resurge, pero me falta esa compañía, esa pizquita de pasión que conseguí tener hace años. Pero me siento sólo. Ahora sé lo que necesito, pero me siento sólo. No existe por el momento esa otra mitad soñada pero echo de menos aquella ardiente ilusión de cada día. Echo de menos aquellos sueños y busco aquella mitad que perdí. La busco en cada día, cada lunes, cada semana, pero me temo que siempre seguirá perdida. Esa es la contradicción: ni juntos ni separados. Pero ahora sé qué es lo que me falta. Y eso tal vez sea un comienzo ¿No?

domingo, 2 de noviembre de 2008


Viñeta perpetrada por Liniers


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