lunes, 26 de noviembre de 2007

Rayuela, capítulo 17 o sobre lo que es el Jazz...

[...] Nadie parecía dispuesto a contradecirlo porque Wong esmeradamente aparecía con el café y Ronald, encogiéndose de hombros, había soltado a los Warring’s Pennsylvanians y desde un chirriar terrible llegaba el tema que encantaba a Oliveira, una trompeta anónima y después el piano, todo entre un humo de fonógrafo viejo y pésima grabación, de orquesta barata y como anterior al jazz, al fin y al cabo de esos viejos discos, de los show boats y de las noches de Storyville había nacido la única música universal del siglo, algo que acercaba a los hombres más y mejor que el esperanto, la Unesco o las aerolíneas, una música bastante primitiva para alcanzar universalidad y bastante buena para hacer su propia historia, con cismas, renuncias y herejías, su charleston, su black bottom, su shimmy, su foxtrot, su stomp, sus blues, para admitir las clasificaciones y las etiquetas, el estilo esto y aquello, el swing, el bebop, el cool, ir y volver del romanticismo y el clasicismo, hot y jazz cerebral, una música-hombre, una música con historia a diferencia de la estúpida música animal de baile, la polka, el vals, la zamba, una música que permitía reconocerse y estimarse en Copenhague como en Mendoza o en Ciudad del Cabo, que acercaba a los adolescentes con sus discos bajo el brazo, que les daba nombres y melodías como cifras para reconocerse y adentrarse y sentirse menos solos rodeados de jefes de oficina, familias y amores infinitamente amargos, una música que permitía todas las imaginaciones y los gustos, la colección de afónicos 78 con Freddie Keppard o Bunk Johnson, la exclusividad reaccionaria del Dixieland, la especialización académica en Bix Beiderbecke o el salto a la gran aventura de Thelonius Monk, Horace Silver o Thad Jones, la cursilería de Erroll Garner o Art Tatum, los arrepentimientos o las abjuraciones, la predilección por los pequeños conjuntos, las misteriosas grabaciones con seudónimos y denominaciones impuestas por marcas de discos o caprichos del momento y toda esa francmasonería de sábado por la noche en la pieza del estudiante o en el sótano de la peña, con muchachas que prefieren bailar mientas escuchan Star Dust o When your man is going to put you down, y huelen despacio y dulcemente a perfume y a piel y a calor, se dejan besar cuando es tarde y alguien ha puesto The blues with a feeling y casi no se baila, solamente se está de pie, balanceándose, y todo es turbio y sucio y canalla y cada hombre quisiera arrancar esos corpiños tibios mientras las manos acarician una espalda y las muchachas tienen la boca entreabierta y se van dando al miedo delicioso y a la noche, entonces sube una trompeta poseyéndolas por todos los hombres, tomándolas con una sola frase caliente que las deja caer como una planta cortada entre los brazos de los compañeros, y hay una inmóvil carrera, un salto al aire de la noche, sobre la ciudad, hasta que un piano minucioso las devuelve a sí misma, exhaustas y reconciliadas y todavía vírgenes hasta el sábado siguiente, todo eso en una música que espanta a los cogotes de platea, a los que creen que nada es de verdad si no hay programas impresos y acomodadores, y así va el mundo y el jazz es como un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra, saltabarreras, burlaaduanas, algo que corre y se difunde y esta noche en Viena está cantando Ella Fitzgerald mientras en París Kenny Clarke inaugura una cave y en Perpignan brincan los dedos de Oscar Peterson, y Satchmo por todas partes con el don de ubicuidad que le ha prestado el Señor, en Birmingham, en Varsovia, en Milán, en Buenos Aires, en Ginebra, en el mundo entero, es inevitable, es la lluvia y el pan y la sal, algo absolutamente indiferente a los ritos nacionales, a las tradiciones inviolables, al idioma y al folklore: una nube sin fronteras, un espía del aire y del agua, una forma arquetípica, algo de antes, de abajo, que reconcilia mexicanos con noruegos y rusos y españoles, los reincorpora al oscuro fuego central olvidado, torpe y mal y precariamente los devuelve a un origen traicionado, les señala que quizás había otros caminos y que el que tomaron no era el único y no era el mejor, o que quizá había otros caminos y que el que tomaron era el mejor, pero que quizá había otros caminos dulces de caminar y que no los tomaron, o los tomaron a medias, y que un hombre es siempre más que un hombre y siempre menos que un hombre, más que un hombres porque encierra eso que el jazz alude y soslaya y hasta anticipa, y menos que un hombre porque de esa libertad ha hecho un juego estético o moral, un tablero de ajedrez donde se reserva ser el alfil o el caballo, una definición de libertad que se enseña en las escuelas, precisamente en las escuelas donde jamás se ha enseñado y jamás se enseñará a los niños el primer compás de un ragtime y la primera frase de un blues, etcétera, etcétera.


I could sit right here and think a thousand miles away,
I could sit right here and think a thousand miles away,
Since I had the blues this bad, I can't remember the day...

6 comentarios:

Blogger Armorius ha dicho...

A veces, como ahora que escucho a Charlie Parker en 'yo tuve', no dejo de pensar lo que Julio hubiera disfrutado de internet, él que de alguna manera predijo los hiperenlaces.

26 de noviembre de 2007, 21:31  
Blogger Angst ha dicho...

Los Waring's Pennsylvanians fue una banda fundada en la Pennsylvania State University por Fred Waring (que tocaba el ukelele y cantaba) Tom Waring al piano, junto a Freddy Buck (banjo) y Poley McClintock (que hacía voces de rana y tocaba la batería). Fueron muy conocidos en 1923 gracias al disco, "Sleep" y en 1925 grabaron "Collegiate", que fue su canción más conocida durante los años 20.
Hay dos versiones de Stack O' Lee Blues, ambas grabadas por los Waring's para Victor: una de 1923 y otra de 1928. Personalmente, creo que Cortázar se refiere a la de 1923 (básicamente porque también hay una trompeta con sordina y un piano) El solo de trompeta con sordina de la versión del 23 no me extraña que encantara a Horacio, el trompeta de 1928 no es más que un aficionado de relleno.

27 de noviembre de 2007, 16:12  
Blogger Angst ha dicho...

estoy pensando: debería de haber escrito "los Waring's Pennsylvanians FUERON...", no?

27 de noviembre de 2007, 16:15  
Blogger Angst ha dicho...

Y ahora que lo pienso... en la primera parte del solo el trompetista usa una sordina wa-wa al estilo de King Oliver.

27 de noviembre de 2007, 16:22  
Blogger amsha ha dicho...

Gracias por pasearte por mi blog.
Gracias por dejarme 1 comentario tan bonito.
Gracias por haberlo hecho precisamente hoy.

Pasa un día genial;)
1bso

1 de diciembre de 2007, 15:29  
Blogger mtg ha dicho...

Me encantan los monólogos divididos en comentarios de Mr.Peel...


Te dejo un beso,fan del jazz y Rayuela :)

MUA

1 de diciembre de 2007, 16:02  

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