
Tantas y tantas cosas puestas en que esto funcionara. Tantas cosas y todo se acabó. La maldita ola llegó y se llevó mi castillo de arena. En el momento en que construía la torre más alta. Y yo con esta cara de sorpresa. Con la pala en una mano y el cubo en la otra. Claro que ahora comienza algo que nunca se me ha dado bien. Comienza la soledad, el recuerdo, el "tranquilo si a todos nos pasa esto" o "la vida es así" o "es mejor para todos" o "es mejor para tí"... Pero lo cierto es que me quedé sin castillo. Y yo con esta cara. No me he dado cuenta que la marea estaba subiendo y de momento me veo escuchando a mi amigo Aute, aderezado con Ismael Serrano. Ya ves, hasta dónde he llegado ¿eh? Y es que cuando al final acabo escuchando a estos dos, me doy cuenta de que en realidad las cosas están realmente jodidas. Lástima que no supieras tomar el tren, lástima que el juego trate ahora de esto, de aguantar lo más dignamente posible la inconformidad y la tristeza del final, de los puntos suspensivos.
Por lo menos ya se encarga Aute de decirme esto de "tranquilo amigo oyente, yo estuve peor que tú" Pero es difícil enfrentarse a todo esto. Es difícil enfrentarse al tiempo que llega. Tiempo de recoger todos los momentos y meterlos en esa cajita que tengo debajo de la cama. Y me resulta difícil, sobre todo cuando sientes que esa decisión no es la que realmente quieres. No es la que realmente queremos. ¿Enfrentarse al momento de recoger las cosas y marcharte? Bien. Veamos que tal se me da después de tanto tiempo.