sábado, 26 de marzo de 2011

Después de tanto tiempo.

Van pasando los días y voy acostumbrándome a este cambio de acera de tus caderas. Vuelvo a casa andando sólo por estas avenidas sin final, vacías. Y no es nada fácil. De verdad que intento no pensar. Pero la soledad de la noche no acompaña y además, después de haberlo tenido todo, de haber sentido ese escalofrío que te recorre el cuerpo, ¿qué es lo que ahora me queda? Ya ves que intento aceptar las cosas, pero no hago más que pensar que lo que nos queda ahora son unas mañanas en la facultad donde estamos aprendiendo qué es lo que significa fingir. Y no quiero más migajas nena. Nunca ha sido ese mi estilo. Por eso no quiero este volver a empezar tan insulso, este contigo, este sin tí tan amargo. Sabemos que hay que mantener una "buena salud mental", que hay que saber decir adiós, que hay que recapitular, que al fin y al cabo hay que ser más estoico que el mismísimo Epicteto para poder desaparecer. De-sa-pa-re-cer sí.

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