miércoles, 7 de enero de 2009

Fragmento


Los nosferatu no mueren como abejas después de haber picado. Por el contrario, se vuelven cada vez más fuertes, y al ser más fuertes, tienen más poder para hacer el mal. Este vampiro que está entre nosotros es tan fuerte como veinte hombres y es más astuto que cualquier mortal, porque su astucia ha aumentado durante siglos; tiene incluso la ayuda de la necromancia, que es, como su etimología indica, la adivinación por medio de los muertos, y todos los muertos a los que se acerca están a sus órdenes. Es bruto y más que eso: es cruel como un diablo y no tiene corazón. Puede aparecer sin limitaciones donde y cuando quiere y adoptar cualquiera de sus formas. Puede, dentro de su ámbito, gobernar las tormentas, la niebla, el trueno; puede gobernar a las cosas más insignificantes: las ratas, la lechuza y los murciélagos, la polilla, el zorro y el lobo. Puede crecer y volverse más pequeño, y en ocasiones puede desvanecerse y volverse desconocido.

[...]

El vampiro perdura, no puede morir por el mero paso del tiempo; prospera cuando puede alimentarse de la sangre de los vivos. Lo que es más, hemos visto que puede incluso rejuvenecerse, que sus facultades vitales se extenúan pero que recobra su fuerza cuando ha tomado su particular alimentación. Mas no puede prosperar sin su dieta; no come como los demás. Ni siquiera nuestro amigo Jonathan, que vivió con él durante semanas, lo ha visto comer. No proyecta sombra alguna ni se refleja en el espejo, como también Jonathan observó. Su mano posee la fuerza de muchos hombres (otra vez fue testigo Jonathan, cuando lo vio cerrar la puerta a los lobos y mientras lo ayudó a subir a la diligencia). Se puede transformar en lobo, como hizo cuando al llegar en barco a Whitby despedazó a un perro. Puede convertirse en un murciélago: así lo vio madame Mina en la ventana en Whitby; también en esta forma nuestro amigo John lo vio salir volando de esta casa tan próxima, y mi amigo Quincey lo vio pararse en la ventana de la señorita Lucy. Puede venir en la niebla que él mismo ha creado (el noble capitán del barco lo padeció), pero según lo que sabemos su niebla sólo puede desplazarse a una distancia limitada, alrededor de él. Viene con los rayos de luz de la luna como polvo elemental; así divisó Jonathan a las tres hermanas en el castillo de Drácula. Se hace muy pequeño (nosotros mismos hemos visto a la señorita Lucy, cuando todavía no descansaba en paz, deslizarse y abrirse paso para entrar a través de la puerta del panteón por un espacio más estrecho que el ancho de un pelo). Puede, cuando entra en su camino, entrar o salir de cualquier cosa, aunque esté cerrada, o incluso fusionada con fuego, fundida como dicen ustedes. Pueden ver en la noche, lo cual no es poder menor en un mundo que siempre tiene una mitad a oscuras. Ah, pero atiendan bien. Puede hacer todas estas cosas y, sin embargo, no es libre. No, está más prisionero que el esclavo de la galera o el loco en su celda. No puede ir a donde quiere; aun cuando no pertenece a la naturaleza debe obedecer alguna de sus leyes, aunque no sabemos por qué. No puede entrar en una casa a no ser que antes se lo invite a pasar. Luego sí puede entrar cuando le plazca. Sus poderes cesan, como los de todas las fuerzas del mal, al comenzar el día. Sólo en algunas oportunidades puede tener completa libertad. Si no está en su sitio, donde le es obligado permanecer, sólo puede volver a él al mediodía o exactamente a la salida o la puesta de sol. Se dicen todas estas cosas, y en éstos, nuestros registros, tenemos pruebas por inferencia que así son. De modo que puede hacer lo que quiera dentro de sus límites cuando tiene su tierra, su ataúd, su infierno, el sitio impío como vimos cuando fue a la tumba del suicida de Whitby; sin embargo, en otras ocasiones sólo puede cambiar cuando llega la hora. Se dice también que sólo puede atravesar el agua en movimiento por los remansos o por las zonas menos profundas cuando sube la marea. Hay cosas que le afectan tanto que pierde sus poderes. Así sucede con el ajo, como todos sabemos. Y lo mismo con este símbolo sagrado, el crucifijo, que está con nosotros incluso ahora mientras debatimos; ante él, busca un lugar alejado, y permanece silencioso y respetuoso. Hay otras cosas, también, de las que les hablaré, por si las necesitamos en nuestra persecución. Una rama de rosal silvestre sobre su ataúd evita que salga de él; una bala bendecida disparada sobre su féretro lo mata de modo que muere de verdad.; en cuanto a una estaca que lo atraviese, sabemos que lo lleva a la paz, y el corte de la cabeza le trae descanso.
Drácula - Bram Stoker

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