viernes, 5 de febrero de 2010

No tenía pensado que esta pudiera ser la próxima entrada del blog, pero hoy ha sido un día difícil en la Facultad. Os cuento: Rubí, una gatita muy buena (normalmente te enfrentas a "tigres" que quieren arrancarte los ojos) que le habían diagnosticado una anemia hemolítica inmunomediada llegaba muy grave a nuestra consulta en el mes de Octubre. No había reaccionado al tratamiento contra la anemia, casi no tenía glóbulos rojos y venía con una efusión pleural muy grave. Poco después le diagnosticamos una peritonitis infecciosa felina. Además la elegí para exponer su caso en las sesiones clínicas que organiza la unidad de Patología Médica del Hospital Clínico por lo que he seguido su evolución durante 5 meses cada semana. Meses después de la primera visita, vimos que también tenía una cardiomiopatía hipertrófica y a las pocas semanas, este problema cardíaco la provocó un quilotórax. La gatita no tenía curación y con todos estos procesos su pronóstico era muy grave y su calidad de vida era mínima.
Después de todos estos meses, la gatita ha llegado esta mañana otra vez a la consulta. Su estado era más grave todavía y volvía para que la repitiéramos otra toracocentésis para retirarla el líquido pleural que otra vez se le había acumulado en el tórax. Al final su dueña ha decidido tomar la mejor decisión que podía haber tomado y nos autorizó la eutanasia del animal.
Siempre estos momentos son difíciles de llevar y acabas por mirar estas cosas de una forma muy fría. Intentas que no te afecte mucho tanto el hecho de eutanasiar al animal como el llanto del dueño por haber tomado la mejor decisión que podía tomar. Pero hoy ha sido diferente. Aunque sabía que era lo mejor para la gatita, me ha dolido que todo acabara así. Sé que Rubí no se iba curar y que cada día que pasara, su estado sería más grave. Aun así, me ha dolido mucho eutanasiarla esta mañana. Tanto que casi se me saltan las lágrimas. Ha sido una sensación muy extraña, me ha sobrecogido porque todo ha sido muy duro: por un lado su dueña ha empezado a culparse de haber tomado esa decisión, ha empezado a llorar muchisímo y por otro la gata, que le había cogido cariño y que tampoco quería que acabara así. Todo esto ha durado alrededor de una hora y no os podéis imaginar lo horrible que ha sido.
A si que hoy no he podido dejar de pensar en unas palabras que un día me dijo un buen amigo: "Pasaremos malos momentos y quizá no tengamos el mejor trabajo del mundo pero lo mejor de nuestra profesión es lo bien que te sientes contigo mismo cuando has sido capaz de curar a un animal."
Y eso si que es verdad. Esa sensación, contrarrestra todo lo demás.

1 comentarios:

Blogger Angst ha dicho...

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when you're sad and when you're lonely and you haven't got a friend
Just remember that death is not the end...

5 de febrero de 2010, 18:57  

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