jueves, 7 de agosto de 2008

Había una vez, una reestructuración azucarera.

En 1995, Cuba, empieza a entrar en una crisis económica grave debido a que la industria azucarera empieza a debilitarse. El bloqueo, no deja que entren materiales a la isla para poder reparar las centrales azucareras dañadas y en 1996-1997, la ley Helms-Burton se tradujo en la desaparición de la financiación que desde hacía poco Cuba recibía para la zafra azucarera (más de doscientos millones de dólares), los combustibles y la alimentación. Otro problema fueron también los ciclones como "Lili" que costó ocho millones de dólares en cañas y plátanos. (Es importante mencionar que en ese mismo año, no sólo se produjeron atentados contra la industria turística sino que también se produjo la introducción del Thrips palmi, un insecto originario de Asia que ataca prácticamente a todos los cultivos).

Por otro lado y según el informe de C. Lage en el V Congreso del Partido Comunista Cubano (1997), las UBPC (Unidades Básicas de Producción Cooperativas) azucareras son el sector en el que se acumularon las dificultades de gestión: falta de control, ejecución del Plan sin evaluar los costos y la calidad, falta de iniciativa o multiplicación de las decisiones individuales y hasta aceptación de sobornos. Así la producción de azucar cayó de los 8 millones de toneladas a los 4 millones y nunca se recuperó el nivel de producción.

Durante los primeros tiempos del "período especial", los precios mundiales del azúcar fluctaban entre 0,18 y 0,12 dólares la libra y el precio del petróleo estaba alrededor de 15 dólares, entonces el MINAZ (Ministerio de la Industria Azucarera) intentó recuperar la producción y mantener las capacidades potenciales. Pero en el 2002 el precio del petróleo se duplicó y el del azúcar se situó en los 0,6 dólares la libra. Fue entonces necesario considerar la reducción de la magnitud y el peso del sector azucarero y la diversificación acelerada de la agricultura.

Por eso, en Abril de 2002 Fidel Castro explicó ante los obreros azucareros de Artemisa, central azucarero de la provincia de La Habana: "Era indispensable tomar con urgencia una decisión". Sembrar en estas condiciones doscientas ochenta seis mil hectáreas de caña "representaba la ruina". El costo de producción de azúcar de caña, era muchísimo más alto que el precio de venta en el mercado internacional. El Gobierno Cubano toma medidas ese mismo año para reestructurar lo que ha sido durante siglos el centro de la industria y de la agricultura de Cuba.

- Serán cerrados 70 de los 155 centrales azucareros (50 ya estaban cerrados).
- 1,38 millones de hectáreas (el 62 % del total) de cultivo de caña serán destinados a la diversificación agrícola (cría, vegetales, bosques).
- El número de trabajadores de este sector se redujo en un 25% (de 400.000 a 300.000).

Tenemos aquí una reestructuración brutal, de gran amplitud, ya que si se considera que sólo el trabajador sino también su familia , son dos millones de personas las que iban a recibir la onda de choque (en una población de once millones de personas).

Se planteaban dos problemas: primero, no se podía continuar produciendo a ese costo y segundo, qué se iba a hacer con todas las personas que iban a perder su empleo si se iban a cerrar los centrales azucareros menos rentables. Entonces toda la maquinaria del Estado Cubano empezó a analizar este gran cambio que sólo se puede producir cuando existe un sistema social donde las riquezas están repartidas y utilizadas para la solución de este tipo de problemas.

El Gobierno Cubano analizó concienzudamente cada una de las medidas que se iban a tomar. No sólo las que tenían que ver con el salario y con la protección social de los trabajadores sino también las que tenían que ver con el porvenir de la comunidad. Se recalcó que ningún trabajador debía ser abandonado a su suerte y que no podía ganar un salario menor que el que ganaba antes. Cuando el Estado Cubano llegó a un consenso respecto a las medidas que se iban a tomar, los 120.000 sindicatos de base y los diecinueve sindicatos de rama se reunieron con los trabajadores escuchando sus temores y propuestas, y se adaptaron las medidas en los casos en las que eran factibles. Además también se reunieron mas de tres veces con las familias en el seno de la comunidad (no sólo en el central azucarero). Una vez llegado a un consenso, una vez que la gente supo lo que iba a pasar con ellos fue cuando se tomaron las medidas.

¿Qué era lo que iba a pasar con los trabajadores? Pues todos aquellos que desearan estudiar y tener una nueva profesión, podrían hacerlo, percibiendo el salario que ganaban en el central azucarero. Los que quisieran pasar a otras industrias que necesitaran mano de obra, podrían hacerlo. Se propuso el retiro anticipado a otros cuya edad de jubilación estaba próxima, considerando como años trabajados los que aún les faltaban, sin afectar por ello el monto de la pensión. Se pidió a los que habían rebasado la edad de jubilación si querían acogerse a ésta, o si deseaban beneficiarse, como los demás trabajadores, de las otras medidas. Otros querían ir a trabajar a regiones donde tenían familiares y donde se necesitaban empleos. Se propuso a otros ir a trabajar a las nuevas empresas agrícolas creadas donde antes se encontraban las plantaciones de caña y que han sido destinadas al cultivo de frutas, hortalizas y verduras, así como a la cría y siembra de árboles maderables. Se les aseguró a todos el mismo salario que percibían en el central azucarero. Todo el dinero necesario para subvencionar a todos estos trabajadores se sacó del dinero que el Estado ahorró cuando se terminaron las pérdidas que se generaban con la producción del azúcar.

El resultado según el Ministro Ulices Rosales del Toro en una entrevista para el diario Granma (12/01/04). Cuando Fidel Castro inauguró el 21 de octubre de 2002 el Curso de Superación para Cien Mil Trabajadores Azucareros, en el central Eduardo García Lavandero, estaban matriculados 84.271 estudiantes; en estos momentos alcanzan los 122.015 alumnos, de ellos, 14.516 incorporados a estudios universitarios. Se disponen de 3.506 aulas y 298 sedes universitarias en los bateyes y municipios. En total se organizaron 5.132 grupos de clases; de los 10. 453 profesores en ejercicio, 7.220 (el 69%) son profesionales del MINAZ.

Del total de matriculados, 65.310 (54%) tienen el estudio como empleo; 55.226 (45%) estudian y trabajan; 1479 (1%) son familiares de trabajadores o pobladores de los bateyes. De todos modos, 45.239 son trabajadores agrícolas, lo que ofrece una respuesta contudente que rebasa los objetivos propuestos.

Fuentes: Cuba es una Isla (Danielle Bleitrach y Viktor dedaj), Granma (12/01/04).

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