En llamas...

Últimamente todo a mi alrededor está en llamas. Por mi cuerpo corre una sensación agobiante que me va quemando lentamente. Debo dar un giro, debo cambiar. Empezar por el trabajo, cambiar de tercio e irme a otro sitio. Pienso que el ciclo ha acabado. Me han cambiado de bar, me dijeron que nadie me molestaría y que haría las cosas a mi manera, he visto que eso no es verdad. Auguro que a partir del proximo fin de semana, la cosa cambiará. Mi jefe volverá a echarme el sermón influido por su mujer e hijas y yo le obligaré a volver a mi antiguo lugar de trabajo. A la vez que busco otro sitio donde ir y empezar de cero. Por el lado de allá no aguanto más y me iré sin nada que agradecerle. Por el otro lado, el lado de acá, empieza el curso y esta vez no esperare a diciembre, empezare desde el principio, cueste lo que cueste ya que es la única forma de sentir que hago algo importante, sentir que empiezo a caminar, que empiezo a llegar al final. Todavía me falta la mitad del camino por recorrer y empiezo a estar cansado de no avanzar. El viernes nueva matricula. De nuevo empieza el viaje. Nos vemos por el camino.

Canciones que no pueden ser cantadas,

banderas que me manchan con su sangre las manos,

libros oscurecidos por el tiempo,

plazas que sólo existen en las fotografías.

Como el águila vivo

en un bosque incendiado.

El brillo de mis ojos es de llamas extrañas.

Me persiguen las ascuas de una luz enemiga.

Y vuelo, vuelo,

sin un lugar a salvo, sin poder detenerme.

(Luis García Montero - Habitaciones separadas)