jueves, 24 de septiembre de 2009

"Recuerda este momento, porque nadie podrá arrebatártelo"


Es una frase que escuche en esta peli. Se me quedo grabada en la mente mientras me dirigía al examen y me la repetía una y otra vez antes de entrar mientras "Pedrus Nutricius" pasaba lista en la puerta del aula nº 3. Pero hagamos "rewind" unas 10 horas antes de las 9:00 del día 18 de septiembre. Todo estaba preparado. Habíamos estudiado y nos sentíamos poderosos. Mi querido columela Pablo, llegaba de vencer a las temibles hordas de Hermoso de Mendoza y yo volvía victorioso con una MdH bajo el brazo del territorio anatomo-patológico ronceril. La moral estaba alta, por lo que hicimos acopio de "Red-bulls" por si el malvado sueño caia sobre nosotros y nos atrapaba en sus redes sin remedio.
Objetivo: ponernos a repasar lo más rápido posible el racionamiento y empezar la infumable teoría que apenas habíamos tocado una semana antes. Quedaban 9 horas para enfrentarnos a una batalla que sentíamos que ibamos a aprobar. Un examen que se convertía en uno de los más importantes de nuestro largo y peligroso plan de estudios. El racionamiento estaba claro. Nos podían dar una cabra tísica que nosotros podíamos formular una ración que la convertiría en la cabra más bonita del lugar, y encima productiva, al mínimo coste. La envidia de cualquier ganadero. Podíamos hacer la ración perfecta con los ojos vendados, por lo que la teoría era lo que nos planteaba serias dificultades. Pero la estudiamos. Resistimos las embestidas del sueño mano a mano, hasta que nos dieron las 6 de la mañana donde, estaba pactado, pararíamos y visionaríamos una película que aumentara nuestra confianza y nuestro "high level". Había dos opciones: El Golpe o 300. Teníamos miedo que 300 nos minara la moral ya que el final no es lo más deseado para los pobres griegos vencedores pero esa era la contradicción que nos hizo decidirnos por esta peli. Al fin y al cabo, ellos fueron vencedores en una épica resistencia en el valle de las Termópilas. Por tanto decidido: selección de las mejores escenas y hacia la batalla.
A las 8:30 llegamos a la facultad con un poco de sueño en los huesos. Tostada de catalana y copita de anís para reponer fuerzas y entramos de lleno en el campo de batalla. Todo estaba dispuesto. "Pedrus Nutricius" había situado sus legiones y temíamos que, en un golpe extravagante de elevada estrategía nos preguntara cómo se formularía el pienso de un caballo, una oveja o un perro. Porque ése era nuestro punto débil. Nuestro tálón de Aquiles. Sin embargo, descuidó su retaguardia. Aprovechando el torpe movimiento de sus lentos soldados y en una acción suicida por realizar un pienso de una cabra en el que nos había quitado los alimentos que normalmente se utilizaban, hicimos que nuestro ejército se dividiera y atacara por todos los flancos empeñándonos en acabar ese ejercicio dejando el más fácil por hacer, abriendo una brecha mortal en su ejército respondiendo bien a sus dos preguntas de teoría.
Fin del examen, no da tiempo a hacer más. Decepción. Nos retiramos dañados y con dudas de esa batalla. Siempre el movimiento de la formulación del pollo es el más acertado y el que más éxitos ha traido en la historia de la nutrición veterinaria. La enorme racha de victorias de "Pedrus Nutricius" en su territorio nos asustaba y sabíamos que habíamos cometido un craso error al atacar de esa forma tan suicida dejando de lado las instrucciones que nuestros antepasados Eduardo Máximo (comandante de las legiones del norte) y Jesus Maria Cuestus Gervenus (nuevo gobernador del territorio anatomo-patológico del sur) nos habían confiado en una aparición digna de los dioses. Pero una batalla de este calibre es impredecible y nosotros reescribimos la historia, saliendo vencedores, con el incompleto pienso que habíamos creado.
Resultado: Pablo más cerca de la meta (5.5) y un servidor con la beca del ministerio bajo el brazo (5.0). Por eso y por esa semana de estratégico estudio juntos, recordemos este día porque nadie podrá arrebatárnoslo.

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